Sin duda, el primero que se me viene a la mente fue mi
partido contra el CB Marbella allí en su campo. Era un la jornada 4 de la Liga
Junior Federada de Baloncesto de Málaga y era un enfrentamiento bastante complicado
porque veníamos de perder los 3 primeros partidos de liga y mi estado de ánimo era bastante bajo porque
mis exigencias personales con el equipo no las estaba cumpliendo.
Cuando entre a jugar en la primera parte acabé bastante desmotivado, con 0 puntos, varias perdidas, moralmente hundido y con el equipo perdiendo de 12 puntos. Entonces fue ahí cuando paso algo que nunca jamás se me iba a olvidar. Mi entrenador Manolo antes de sacarme me dijo que me pusiera a calentar que iba a salir en la segunda parte, mi padre salió de la grada y me aconsejo y me dijo que me tranquilizara y luego recibí instrucciones de mi entrenador pidiéndome calma y que confiaba en mi y que sacaríamos el partido para adelante.
Entonces salí al campo, desconfiado de mi mismo y cuando anoté 3 jugadas seguidas, empezé a creer en mi y apretamos el partido a 6 puntos abajo y tras el tiempo muerto, fuimos reduciendo la ventaja hasta el punto de que en el último minuto, nos pusimos por delante y mantuvimos la ventaja hasta el final ganando el partido 56-59.
Acabé el partido con 16 puntos, todos anotados en la segunda parte y cuando terminé el partido, me quedé con que sentí que me había quitado un gran peso de encima porque tenía muchas ganas de demostrar lo que era capaz, euforia porque conseguimos ganar un partido muy complicado y una lección: no darse nunca por vencido, porque para llegar a una meta no importa como se empieza, sino como se acaba.
Nota: Este post tiene una finalidad académica-educativa para la asignatura gimnasia rítmica de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Granada
No hay comentarios:
Publicar un comentario